Las pruebas de imagen podrían evitar multitud de infartos

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Las pruebas de imagen, caso de la tomografía axial computarizada (TAC) o de la tomografía por emisión de positrones (PET), son cada vez más utilizadas para el diagnóstico y seguimiento de numerosas patologías, caso de las enfermedades neurológicas y de distintos tipos de cáncer. No tanto así en el caso del grupo de patologías más letales en todo el mundo: las cardiovasculares. Sin embargo, esta situación podría, o debería, cambiar en un futuro próximo. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto del Corazón del Centro Médico Intermountain en Salt Lake City (EE.UU.), estas pruebas de imagen permiten medir los niveles de calcio en las arterias coronarias y, en consecuencia, conocer de una forma mucho más precisa el riesgo que tiene un paciente de sufrir un episodio coronario, caso de un infarto agudo de miocardio.

Como explica Viet Le, director de esta investigación presentada en el marco de las Sesiones Científicas Anuales 2018 del Colegio Americano de Cardiología (ACC) que se están celebrando en Orlando (EE.UU.), «al realizar un PET o un TAC para cuantificar el calcio en las arterias coronarias, los médicos pueden establecer la diferencia entre el riesgo potencial de desarrollar enfermedad coronaria y tener ya la enfermedad. La hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia y el tabaquismo son factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, pero muchas personas que presentan estos factores nunca llegan a tener la enfermedad o padecer un episodio. Sin embargo, el calcio en las arterias coronarias es en sí mismo la enfermedad, y hasta cierto punto muestra qué cantidad de enfermedad se encuentra ya presente».

Cajas apiladas
Cuando una persona siente un dolor en el pecho y acude al médico o a los servicios de Urgencia, suele ser sometido a una prueba de estrés para evaluar la presencia de una obstrucción en sus arterias coronarias.

Como apunta Viet Le, «si pensamos en las arterias coronarias como en un pasillo, la prueba de estrés sería básicamente como tirar una pelota por este ‘pasillo’ y, de llegar del punto A al punto B, no hay una obstrucción significativa. Por el contrario, si el pasillo se encuentra bloqueado y la pelota no rueda hasta su destino, es probable que ya haya una enfermedad coronaria significativa».

Sin embargo, esta prueba de estrés no es demasiado precisa y puede pasar por alto algunas obstrucciones ‘menores’ en estas arterias, caso de los depósitos de calcio. En consecuencia, y con objeto de detectar una enfermedad coronaria ya establecida, debe recurrirse a métodos más sofisticados –aun más caros.

La cuantificación del calcio en las arterias coronarias permite diferenciar entre el riesgo potencial de enfermedad coronaria y tener ya la enfermedad

En palabras del director de la investigación, «incluso si la pelota recorre todo el pasillo, puede haber cajas apiladas, por lo que el camino se encuentra parcialmente bloqueado. Y si esta cajas caen, existe el peligro de una obstrucción total. Y esto es lo que hacen las pruebas para evaluar el calcio, identifican si ya hay enfermedad. Así, y de encontrar calcio en las arterias, la persona tendrá una mayor probabilidad de sufrir un episodio coronario mayor, caso de un infarto agudo de miocardio, o puede requerir un stent o un bypass».

En el estudio, los autores analizaron los historiales clínicos de más de 8.000 pacientes que, sin enfermedad de las arterias coronarias, infarto previo o restricción de flujo sanguíneo al corazón, habían sido sometidos a un PET o un TAC entre los años 2013 y 2016 tras acudir a su médico o a los servicios de Urgencia con síntomas de cardiopatía isquémica.

Los resultados mostraron que hasta un 46,8% de los participantes presentaba calcio en sus arterias. Sin embargo, lo realmente interesante fue lo que sucedió durante los 60 días posteriores a las pruebas de imagen. Y es que el 10,8% de los pacientes con calcio fue sometido a una angiografía coronaria, por únicamente un 6% de los participantes sin calcio; el 6,5% de aquellos con calcio fue sometido a una revascularización para restablecer el flujo sanguíneo al corazón –por un 8% en los pacientes sin calcio– ; el 6% de los participantes con calcio sufrió un episodio coronario mayor, caso de un infarto –frente a un 9%–; y el 4,2% de los pacientes con calcio acabó falleciendo –por un 4% en los participantes sin calcio.

Mejor prevenir que curar
Es más; al ser mucho más precisas, las pruebas de imagen con TAC y PET pueden motivar aún más a los pacientes para que mejoren sus estilos de vida.

Como refiere Viet Le, «tras un resultado negativo en la prueba de estrés, uno puede decirle al paciente que se encuentra bien, que los síntomas no vienen del corazón y que no hay una obstrucción coronaria. Y el paciente se marcha sintiéndose como Superman. Pero la determinación del calcio en las arterias coronarias nos permite recomendar una terapia temprana en caso de que sea necesario. Podemos decir que, bueno, la pelota ha cruzado el pasillo, pero que hay una obstrucción que indica que ya hay una enfermedad establecida. Y no es alto teórico; existe un riesgo real. Así, el paciente deberá ser más cauto sobre su ejercicio, su dieta, y sus síntomas. Y también puede necesitar terapia inmediata. Además, también podemos monitorizar a estos pacientes de forma más agresiva para reducir su riesgo».

A todo ello se aúna, además, que estas pruebas de imagen, si bien en principio más caras, acaban abaratando los costes. Y es que prevenir un episodio como un infarto siempre resultar mucho más barato que tratarlo.

Como concluye el director de la investigación, «evitar un infarto supone un beneficio económico enorme. Un beneficio similar al que se obtiene cuando un médico prescribe los fármacos más eficientes al identificar de forma precisa a aquellos que los necesitan».