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Anticuerpos ‘colaboradores’ para una vacuna eficaz frente a la malaria

La malaria o ‘paludismo’ es una enfermedad causada por parásitos de la familia ‘Plasmodium’ que se transmiten a través de la picadura de mosquitos del género ‘Anopheles’. Una enfermedad infecciosa que, lejos de pertenecer al pasado –los primeros casos diagnosticados datan de hace unos 5.000 años–, se corresponde con una de las principales causas de mortalidad global. De hecho, y según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2016 se registraron cerca de 216 millones de casos y 445.000 decesos por malaria en un total de 91 países. De ahí la necesidad, tan urgente como vital, de contar con una vacuna eficaz frente a esta devastadora enfermedad. Lo cual todavía no se ha conseguido. Sin embargo, un equipo de científicos dirigido por investigadores del Centro Alemán de Investigación Oncológica en Heidelberg (Alemania) podría haber dado un paso muy importante en esta dirección: han descubierto una de las claves por la que el sistema inmune acaba siendo capaz de hacer frente a la infección, abriendo así la puerta al diseño de una vacuna eficaz, por fin, contra la malaria.

Como explica Hedda Wardemann, directora de esta investigación publicada en la revista «Science», «la gravedad del curso de la malaria depende directamente de la respuesta inmune del organismo. Y es que las células inmunes pueden destruir los patógenos que han invadido el cuerpo a través de la picadura del mosquito».

La unión hace la fuerza
La población que habita las regiones del planeta en las que la malaria aún no ha sido erradicada suele exhibir cierta inmunidad que evita que la enfermedad curse de forma grave. Y es que dado que han contraído la malaria en repetidas ocasiones, sus organismos han acabado aprendiendo cómo hacer frente a la infección. O dicho de otra manera, exposición tras exposición, sus sistemas inmunitarios se han ido ‘afinando’ para orquestar una respuesta eficiente con la que contrarrestar los efectos nocivos del parásito. Un logro que supone, ni más ni menos, el objetivo de cualquier vacuna –lógicamente, sin tener que sufrir ninguna infección previa.

Como indica Jean-Philippe Julien, co-autor de la investigación, «el estudio de la respuesta inmune de la población que ha sido expuesta a los parásitos de la malaria puede ofrecernos pistas sobre cómo diseñar una vacuna frente a la enfermedad».

Los autores han estudiado el sistema inmune de personas que han desarrollado tolerancia a la malaria tras haber contraído varias veces la infección

Por tanto, lo que hicieron los autores fue tomar muestras de sangre de personas que hubieran contraído la malaria en varias ocasiones y estudiar los anticuerpos específicamente desarrollados frente al parásito. Una labor que ha permitido identificar un grupo de anticuerpos con una característica que, si bien muy útil para el sistema inmune, nunca se había observado en los seres humanos. Y exactamente, ¿qué tienen de especial estos anticuerpos? Pues son capaces de interactuar entre sí. O lo que es lo mismo, pueden unir sus fuerzas para potenciar la respuesta frente al patógeno, lo cual resulta posible gracias a que la estructura en la superficie del plasmodio a la que se unen estos anticuerpos presenta, a su vez, una característica única. Como apunta Hedda Wardemann, «la proteína a la que se unen los anticuerpos contiene una corta secuencia de cuatro unidades que se repite muchas veces».

El resultado es que un anticuerpo puede unirse a cada una de las secuencias repetidas. Y dado que estas secuencias están muy próximas, los anticuerpos pueden interactuar directamente con sus homónimos ‘vecinos’.

En palabras de Jean-Philippe Julien, «este tipo de cooperación entre anticuerpos era totalmente desconocido en los humanos. Una colaboración que da como resultado una potenciación de la afinidad de los anticuerpos por el parásito, lo que explica que hayan sido seleccionados por el sistema inmune».

Replicar en una vacuna
En definitiva, el estudio describe una característica hasta ahora desconocida de los anticuerpos frente al parásito de la malaria: son capaces de colaborar entre sí para unirse de forma más fuerte al patógeno, lo que mejora la eficacia de la respuesta inmunitaria frente a la infección. Un hallazgo que como destacan los autores, ayudarán a desarrollar una vacuna mucho más eficaz frente a la enfermedad.

Como concluyen los investigadores, «el sistema inmune almacena estos anticuerpos protectores para orquestar una mejor respuesta en caso de una nueva infección por el mismo patógeno. El resultado es que las subsecuentes infecciones serán prevenidas o, en su defecto, cursarán de forma más leve, imitando así el efecto inmunizador de las vacunas».

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