La medicina de precisión, la próxima revolución en biomedicina

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Cada vez más son los estudios que confirman el papel de la ‘medicina de precisión’. Consiste en seleccionar el tratamiento de forma personalizada atendiendo a las características de cada paciente individual. Y es que dada su eficacia, aun hipotética, este tipo de medicina debe constituir el tratamiento del futuro.

Gracias al actual modelo de investigación y desarrollo de nuevos medicamentos es posible en las últimas décadas el acceso a terapias innovadoras que han permitido alcanzar grandes logros en la lucha contra la enfermedad y el cuidado de la salud, ya sea ofreciendo soluciones a patologías que hasta ahora no tenían cura, como la hepatitis C, convirtiendo en crónicas enfermedades que eran mortales, como el sida, o consiguiendo grandes mejoras en las tasas de supervivencia y en la calidad de vida de los pacientes, como en el caso del cáncer.

Este modelo de éxito de la I+D biomédica, cada vez más abierto y colaborativo y que se basa en las grandes inversiones en investigación de la industria farmacéutica y en una adecuada protección de la propiedad industrial, ha convertido al medicamento innovador en el principal protagonista de un avance sin precedentes en la historia de la humanidad, hasta el punto de que los nuevos tratamientos son responsables de dos terceras partes del aumento de la esperanza de vida registrado en la primera década de este siglo.

Vivimos un momento histórico; estamos en medio de una revolución en biotecnología que está reimaginando la medicina a través de las nuevas terapias moleculares, genéticas y celulares

Sobre esta base, el avance de la genómica y la proteómica funcional ha situado a la medicina en los últimos años a las puertas de una nueva revolución, la de la llamada medicina de precisión, caracterizada por el desarrollo de terapias moleculares, genéticas y celulares que se materializan en tratamientos específicos para pacientes concretos.

«Vivimos un momento histórico; estamos en medio de una revolución en biotecnología que está reimaginando la medicina a través de las nuevas terapias moleculares, genéticas y celulares, que están trasformando la evolución de las enfermedades y la vida de los pacientes», señala el presidente de Farmaindustria, Jesús Acebillo.

Todos estos avances son la mejor prueba de la validez del actual modelo de I+D biomédica, que es producto de los «ingentes esfuerzos» realizados en investigación en las últimas décadas. Sólo en el ámbito europeo la industria farmacéutica invierte cada año más de 35.000 millones de euros en I+D, y dedica a estas tareas el 17% de su plantilla (más de 100.000 profesionales).

Solo en el ámbito europeo la industria farmacéutica invierte cada año más de 35.000 millones de euros en I+D, y dedica a estas tareas el 17% de su plantilla

Estos esfuerzos resultan imprescindibles si se tiene en cuenta que descubrir y desarrollar un nuevo medicamento requiere entre 10 y 12 años de investigación y afrontar un coste superior a los 2.400 millones de euros. Todo este proceso, además, está sometido a un escenario de gran riesgo, ya que sólo uno de cada 10.000 compuestos en investigación llega a comercializarse como un nuevo medicamento, y sólo tres de cada diez son capaces de recuperar lo invertido en su desarrollo.

Cabe destacar que la mayoría de estos esfuerzos se enmarca en un esquema de colaboración público-privada, en el que las compañías farmacéuticas desarrollan una parte muy importante de su labor de investigación en colaboración con hospitales y centros de investigación públicos y privados. De hecho, los asistentes a la jornada pudieron conocer los buenos resultados que ya están arrojando algunos proyectos internacionales de innovación en abierto en los que participa España y ejemplos de colaboración que tanto en España como en Europa están impulsando líneas de investigación.

Un modelo de éxito
«Es un modelo de éxito; sin duda mejorable, pero que no podemos poner en riesgo con fórmulas que afecten a su esencia», remarca el presidente de Farmaindustria, que recordó además que la investigación biomédica «es hoy abierta, colaborativa e internacional» y que en ella «la industria farmacéutica juega un papel impulsor trabajando con hospitales y centros de investigación en todo el mundo, lo que la convierte en el gran dinamizador del tejido investigador biomédico a nivel global».

Mantener este modelo de I+D resulta clave para afrontar los retos que comporta la medicina de precisión, entre los que cabe destacar el acceso a tratamientos -como por ejemplo las nuevas inmunoterapias contra determinados tipos de cáncer- cuya especificidad, al estar diseñados para tratar a un pequeño número de pacientes que comparten determinadas características, afecta necesariamente a su precio.

En este punto, señala Acebillo, ya existen soluciones para hacer compatible el acceso a la innovación con la sostenibilidad de los sistemas sanitarios, que van a ser «plenamente capaces» de incorporar estos avances a través de la adopción de «fórmulas inteligentes y flexibles de financiación» y de incrementar la eficiencia del sistema.

Pero para lograrlo es necesario avanzar en la medición de los resultados en salud de las innovaciones, un objetivo que ya empieza a ser posible de la mano del proceso de transformación digital, que permite a su vez analizar y procesar ingentes cantidades de datos clínicos (big data) para determinar la eficacia de las nuevas terapias en términos de salud, pero también en lo que se refiere a los ahorros que generan en el medio y largo plazo al evitar otros costes sanitarios y mejorar productividad por la vía de menores tasas de absentismo laboral, al poder los pacientes reincorporarse antes y en mejores condiciones a sus puestos de trabajo tras sufrir una enfermedad. «El big data está aquí y va a transformar de forma radical los procesos de gestión y de decisión y, por tanto, la eficiencia del sistema sanitario en todo el mundo», destaca Acebillo.

El big data está aquí y va a transformar de forma radical los procesos de gestión y de decisión y, por tanto, la eficiencia del sistema sanitario en todo el mundo

«Es precisamente al tener en cuenta todas estas variables –prosiguió- cuando resulta evidente que la incorporación de la innovación, cuando responde a criterios de eficiencia, no es un gasto, sino una inversión, y que, más allá de los resultados clínicos (al controlar o curar una enfermedad), proporciona ahorros sanitarios directos, así como ahorros indirectos, contribuyendo por tanto a la productividad general del país. En resumen, la innovación será la solución para asegurar la sostenibilidad del sistema, y no el problema, como algunos piensan».

España cuenta actualmente con todos los elementos para situarse en el grupo de cabeza de esta revolución que experimenta la investigación biomédica: un Sistema Nacional de Salud sólido con altos niveles de calidad asistencial, profesionales sanitarios e investigadores de gran nivel, pacientes cada vez más implicados en el proceso asistencial e investigador, administraciones públicas conscientes de la importancia de la I+D y una industria farmacéutica firmemente comprometida con la investigación biomédica.