Como explica Hicham Achebak, director de esta investigación publicada en la revista «PLOS Medicine», «de manera generalizada se ha asumido que el cambio climático se acompañará de un incremento de las muertes asociadas al calor, muy especialmente en lugares en los que la media de edad de la población esté aumentando. Sin embargo, en nuestro trabajo hemos viso que esto no tienen necesariamente que pasar si, como en el caso de España, el incremento de la temperatura es compensado por una disminución sostenida y generalizada en la vulnerabilidad a las temperaturas moderadas y extremas».
Más calor, menos mortalidad
En el estudio, los autores analizaron tanto los cambios en la temperatura registrados en 47 capitales de provincia en los veranos transcurridos entre 1980 y 2015 como el número de decesos acaecidos en estas ciudades durante cada uno de estos periodos estivales. Y lo primero que vieron es una elevación progresiva de la temperatura veraniega de cerca de 0,33ºC por década. Tal es así que podría esperarse que el riesgo de mortalidad asociado al calor hubiera aumentado conforme con la evolución de los registros de los termómetros. Pero no: este riesgo ha descendido progresivamente a lo largo de estos 36 años.
El resultado es una disminución del descenso de la tasa de decesos asociada al calor de cerca de un 0,5% por década.
Como refiere Joan Ballester, co-autor de la investigación, «nos hemos vuelto menos vulnerables al calor gracias a la adaptación de la sociedad a estas temperaturas más elevadas y, también, al desarrollo socioeconómico que hemos experimentado en décadas recientes. Las mejoras en los equipamientos de los hogares, la popularización del aire acondicionado, los avances en el sistema sanitario y las campañas de sensibilización son factores que pueden haber contribuido a esta tendencia descendente».
La tendencia decreciente observada en la mortalidad asociada al calor podría revertirse si el cambio climático se intensifica en el futuro
Sin embargo, hay una excepción en esta tendencia decreciente en la mortalidad asociada al calor y en la vulnerabilidad a las altas temperaturas: los decesos por causas respiratorias, cuya incidencia se ha visto incrementada de forma sostenida desde el año 1980. Sobre todo en mujeres.
Como indica Hicham Achebak, «esta tendencia podría explicarse por diversas razones, caso del envejecimiento poblacional y de un aumento de la incidencia de algunas enfermedades crónicas específicas».
Diferencias de género
Es más; el análisis de los datos también reveló la existencia de una diferencia de género. Y es que los decesos asociados al calor han sido más comunes entre las mujeres que entre los varones. Una diferencia que, además, también ha sido patente en el caso de la vulnerabilidad a las temperaturas moderadas y extremas, mayor de nuevo en las mujeres. De hecho, y si bien la tendencia general es decreciente, la brecha entre ambos sexos se ha mantenido cada año a lo largo de las últimas cuatro décadas.
Sea como fuere, parece que, en general, la población española ha sabido cómo lidiar con esta subida de los termómetros. Pero no hay que bajar los brazos. Ni mucho menos. Como concluye Joan Ballester, «todavía no sabemos si la tendencia decreciente observada en la mortalidad asociada al calor se mantendrá en caso de que el cambio climático se vuelva aún más intenso en el futuro».