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Una rotura de menisco interno no le impide subir al Aconcagua

El temor de cualquier montañero es sufrir una lesión en altura, donde la atención médica tarda en llegar más de lo deseado. A punto estuvo de vivir esta angustiosa situación Ricardo de Alfonso. Ingeniero en Telecomunicaciones en una empresa de Madrid, se encontraba preparando la expedición a su cumbre soñada, el Aconcagua, cuando percibió que algo no marchaba bien: «noté un chasquido en la rodilla y descubrí que tenía el menisco roto. En ese momento, me di cuenta de que no iba a poder ascender al Aconcagua porque, que te ocurra algo a 7.000 kilmómetros de altura, es un hándicap. Por eso, es mejor pecar de prudente que de aventurado».

Intervención quirúrgica
Ricardo optó por la prudencia y abortó la expedición. Prefirió acudir al especialista en rodilla antes de seguir, por lo que acudió a la Clínica Universidad de Navarra, en Madrid, donde tras el fracaso de un tratamiento conservador y con la idea de que Ricardo recuperase las condiciones para el deporte alpino, los profesionales del Departamento de Traumatología del centro médico, liderados por el doctor José María Silberberg, optaron por realizarle una artroscopia con meniscectomía parcial interna.

«No había otra opción: era operar o operar», asume el madrileño. Pero Ricardo, fiel a su pasión montañera, decidió no arrojar la toalla y retomar su sueño truncado. «El Aconcagua era la meta y la tenía que hacer. Sin pasión no se puede hacer alta montaña».

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