Kisspeptina, la hormona afrodisíaca que despierta el deseo sexual

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La hormona Kisspeptina, conocida como el «regulador maestro» de la reproducción de los varones, es también un fundamental en despertar el deseo sexual. Investigadores del Imperial College de Londres (Reino Unido) han analizado como esta hormona, recientemente descubierta y que tiene un papel crucial en la producción de espermatozoides y óvulos, altera la actividad cerebral en voluntarios sanos y han descubierto que estimular los comportamientos reproductivos y sexuales.

En la nueva investigación, que se publica en «Journal of Clinical Investigation Insigh», se ha analizado cómo la hormona afecta al cerebro cuando está en reposo, es decir, cuando no estamos concentrados en una actividad. Al estudiar este estado se puede comprender qué sucede cuando el cerebro se activa y, además, permite examinar redes cerebrales grandes que se saben que son anómalas y está ligadas a determinados trastornos psicológicos.

De esta forma han podido demostrar que la hormona cambia su actividad en redes cerebrales clave en reposo, algo que se relaciona con la excitación sexual. Los científicos también observaron que la hormona estimula distintas redes en el cerebro involucradas en el estado de ánimo y la depresión. «Esta información sugiere que la hormona podría ser usada en el futuro para tratar enfermedades como el bajo deseo sexual o la depresión», indica Waljit Dhillo, del Instituto Nacional de Investigación de Salud Británico y autor principal del estudio.

Esta información sugiere que la hormona podría ser usada en el futuro para tratar enfermedades como el bajo deseo sexual o la depresión

«Nuestros hallazgos ayudan a desentrañar los muchos y complejos roles de la hormona kisspeptina, cómo organiza las hormonas reproductivas, la función sexual y emocional», apunta por su parte el investigador Alexander Comnino. Los problemas psicosexuales, como el bajo deseo sexual, afectan hasta a una de cada tres personas y pueden tener un efecto devastador en el bienestar de una persona y de la pareja, indica. «Estos hallazgos abren vías para usar la kisspeptina como diana para un tratamiento futuro para estos problemas».

La kisspeptina es una hormona codificada por el gen ‘Kiss1’, gen inicialmente conocido por su papel supresor de las metástasis del cáncer de mama y el melanoma en humanos. Tal es así que esta kisspeptina se denominó originalmente como ‘metastina’. Sin embargo, cada vez son mayores las evidencias de que la misión principal de esta kisspeptina es la de estimular la producción por el organismo de otras hormonas de reproductiva, caso muy especialmente de las gonadotropinas que, como la hormona luteinizante (HL) o la hormona estimulante del folículo (FSH), promueven la maduración sexual durante la pubertad y la producción de las células sexuales –o ‘gametos’–.

Los problemas psicosexuales, como el bajo deseo sexual, afectan hasta a una de cada tres personas y pueden tener un efecto devastador en el bienestar de una persona y de la pareja

¿Y cómo se investiga el papel de la hormona en el deseo sexual? Primero se reclutó a 29 hombres sanos a los que se inyectó kisspeptina mientras se evaluaba su actividad cerebral en un escáner de resonancia magnética al mismo tiempo que en el que se les sometía a diferentes estímulos: imágenes sexuales –pornografía-, imágenes negativas -como un accidente automovilístico- e imágenes neutras -como una taza-. Se valora tanto la actividad cerebral mientras observaban las imágenes como su actividad cerebral en reposo.

La misma prueba se replicó posteriormente, pero en esta ocasión se les administró placebo, en vez de kisspeptina. De esta forma se pudo comparar directamente la actividad cerebral y el comportamiento normal del voluntario con sus respuestas mientras recibían la hormona.

Depresión
Comninos cree que este nuevo trabajo mejora el conocimiento de la hormona. «Nuestros hallazgos sugieren que kisspeptina puede influir en redes enteras del cerebro, incluso cuando no estamos haciendo nada, y esto está vinculado a la función sexual y emocional posterior.

Como concluye Comninos, «nuestro trabajo muestra que la kisspeptina no solo potencia la actividad cerebral asociada al sexo y al romanticismo, sino que también alivia los estados anímicos negativos. Un resultado que sugiere la interesante posibilidad de que la kisspeptina pueda tener utilidad en el tratamiento tanto de los trastornos psicosexuales como de la depresión, graves problemas de salud que en muchas ocasiones cursan de manera conjunta».

Trastorno psicosexual
En torno a una de cada cuatro parejas del mundo occidental –y cerca de un 15% de las españolas– padece problemas de infertilidad, esto es, la imposibilidad de lograr la concepción natural de un hijo tras 12 meses de relaciones sexuales sin el uso de métodos anticonceptivos. Unos problemas que, si bien pueden tener una causa biológica –sobre todo, la edad ‘avanzada’ de los progenitores–, tiene en muchos casos un origen psicosexual. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que la mayoría de terapias se dirigen solo a los aspectos meramente biológicos de la enfermedad.